sábado, 10 de marzo de 2012

patria grande


no tan al norte de Santiago, Chile se hace desierto. Desde la ventana del bus vamos dibujando el borde oeste de América del Sur.
Son las 9 de la noche. El cielo se prende fuego y el inmenso océano pacífico parece no poder apagarlo.
No me siento lejos... ¿será que vamos rodando la tierra con toda nuestra tierra adentro, como escribió Manuel Castilla? ¿Serán los mates que me acerca a los amigos y al barrio?
A pesar de la hora, el sol parece no querer irse; sus rojos se vuelven violetas y las nubes aliadas lo agigantan. Pero ya está derrotado. El lucero se enciende donde no es noche ni es día. Y las estrellas tímidamente ocupan el terreno ganado. La media luna empieza a gobernar sus horas. Huirá antes de ver salir el sol y caerá ella derrotada. Pero no seré testigo de esa batalla, estaré soñando quien sabe con que...
Aun la tierra deberá girar una vez mas sobre sí misma para que el bus me deje en Arica, frente a su morro famoso y con su historia de héroes vencedores y héroes derrotados, de vencedores vencidos...como la luna y el sol.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca nos sentimos lejos de lo querido.....
"Alguien dijo una vez
que yo me fuí de mi barrio,
Cuándo? ...pero cuándo?
Si siempre estoy llegando!
y si una vez me olvidé,
las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja
titilando como si fueran manos amigas,
me dijeron: gordo, gordo, quedate aquí,
quedate aquí"

Julieta Ruffini dijo...

Que hermoso Diego!
Las fotos, lo que se ve y lo que se escucha en tus palabras de esa experiencia tan propia.
Definitivamente viajar tiene un sabor diferente a otras cosas de la vida, y que lindo es sentirle el gusto a lo nuevo.
Un beso
Ju

chicapasacontambor dijo...

(Viajar es una cosa que sucede por adentro.
Están los que pasan la existencia como turistas.
Y están los que andan la vida como viajeros.)
Un abrazo!

diego cueto dijo...

gracias anonim@ por traer a Troilo a este blog. Gracias Juli y Yanina por compartir sus palabras.
Sus palabras me dejan pensando en que está bueno poder conservar esa mirada de viajero para nuestro cotidiano, y ver nuestro mundo con la inocencia con las que se ven las cosas por primera vez...