viernes, 25 de junio de 2010

Tucutum-pa cum pá-pá

La música afro peruana es la expresión de un grupo social, que refleja a través de sus ritmos, cantos y bailes una identidad que atraviesa el tiempo. En sus toques se hacen presentes los ancestros africanos y criollos que no pudiendo tocar sus tambores, encontraron en cajones el instrumento a través del cual hablar y que hable por ellos...el cajón habla su idioma.
Para los que no pertenecemos a esa cultura, ese idioma no nos está dado...tenemos que salir a buscarlo, a aprenderlo y aprehenderlo. Es un trabajo lento, paciente, en donde no se trata de repetir formulas rítmicas o yeites, si no de ir abriendo una percepción nueva. Escuchando, mirando, preguntando, sintiendo...Considero que cuando nos sentamos por primera vez a tocar un cajón debemos preguntarnos como la han hecho y lo hacen sus creadores. Hacerlo propio no es sacárselo a los otros, si no ir a la búsqueda de ese saber y una vez aprehendido agregarle nuestra individualidad, y expresar en el algo de nuestra identidad.

Lo mismo es valido para la construcción de cajones...vemos con frecuencia el poco valor que se le da al instrumento. Así como para muchos músicos los instrumentos de percusión aun son considerados menores frente a los melódicos y armónicos, el cajón peruano aun es considerado un instrumento menor para muchos percusionistas.
Es la unica razón que encontramos del porque buenos percusionistas tocan en cajones mal construidos, que no emiten mas que ruido a maderas mal clavadas. Y no es una cuestión económica, porque a veces, ese pobre cajón comparte el set de percusión con unas congas LP de u$s 1000 cada una...
Hemos visto a artesanos que trabajan muy bien la madera construir pésimos cajones, que pueden ser bonitos, pero no suenan a nada. Es verdad, el cajón es simplemente una caja de madera, pero es también un instrumento para hacer música, su sonido debe ser musical. Y por eso no da lo mismo cualquier madera, cualquier medida, cualquier armado.
Walter Seguer nació, se crió y vive en Munro, en el gran Buenos Aires. Su inquietud de músico y artesano lo llevo a construir un cajón para el, luego para algunos amigos... Cada cajón la salia mejor. Miró y estudió todos los que se le cruzaron delante. Pensó, preguntó, probó, se equivocó y acertó. De a poco fue encontrando su estilo
Hoy sus cajones tienen graves potentes y compactos y unos agudos sobrios pero con presencia y matices, según el lugar donde se lo golpee...su sonido es fiel al sonido de la música afro peruana. Y lo es porque fue a la búsqueda de una tradición y puso su saber y aptitudes en función de ella.
Walter no promociona sus cajones porque no vive de eso y el eje lo pone en la calidad y en el placer de hacerlos...el rendimiento económico es consecuencia y no a la inversa como suele verse.

Quizá por ahí este la clave, en el porque de las cosas que hacemos...no esta mal cada tanto preguntárnoslo...

CAJON

Tucutum-pa, cum, pá-pá

Tucutum-pa, cum, pá-pá

Tucutum-pa, tucutum-pá

Tucutum-pa, cum, pá-pá



Como Francisco Monserrate

no ha habido negro ni habrá.

Bajo su piel de chocolate

un ritmo atávico late:

tucutum-pá, cum pá-pá.



Palma y cajón para Bartola,

Manuel Quintana cantará,

quizá la copla sea española

pero el cajón me habla de Angola:

tucutum-pá, tucutum-pá.



Baila Bartola Sancho-Dávila,

ya tiene el diablo puesto atrás.

Mi gente suda y huele a zábila

con este ritmo, ancestro de Africa:

tucutum-pá, tucutum-pá.


Nicomedes Santa Cruz, 1962