Buenos Aires padeció el silencio de los tambores durante muchos años. El ritmo parecía estar destinado a otras tierras; Cuba, Brasil, Perú, Uruguay...y generaciones enteras crecieron alejadas de los cueros y parches. El pueblo atravesó largos procesos de represión, en donde toda expresión corporal "desmedida" era condenada. Los feriados de carnaval fueron abolidos y el fútbol se transformó en uno de las pocos espacios donde expresarse públicamente y escapar al control del estado sobre lo que se dice y hace. Durante años fue solamente alli donde se podia escuchar un bombo de murga (y donde la gente cantaba la marcha peronista...recordemos que hasta se prohibió mencionar la palabra Perón). La unica percusión valida era la de las bandas militares. De a poco nos fueron convenciendo de que no somos un pueblo musical...y les creimos.
La democracia llegó y de a poco, tímidamente, los tambores empezaron a salir a las callesLos bombos y platillos de las murgas de a poco fueron buscando y recuperando la identidad perdida y fueron ganando las plazas de los barrios. Y allí se cruzan con bombos legüeros y djembes, con berimbaos y tambores de candombe, con surdos, repiques y cajones...
Buenos Aires todo lo abarca, todo lo recibe...solo nos falta hacernos cargo de nuestra identidad (o nuestras identidades). Lindo sería que el estado tenga una política cultural que trabaje en ese sentido, pero no podemos esperar a que eso ocurra...debemos empezar por nosotros, por reconocernos en el pasado de nuestros antecesores, por dejar de imitar y por asumir que la mezcla nos enriquece...
por allí andan esperándonos unos cuantos ritmos argentinos...es hora de hacerlos sonar para que nunca mas callen los tambores en Buenso Aires...
1 comentario:
Asi es , la idea es que esa sana forma de expresion renazca y esta en nosotros ir pasandola ...y manteniendolo viva...
Un abrazo Diego
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